¿Qué es aceptar la enfermedad?
Un día me puse a hacer balance del recorrido tras el diagnóstico; necesitaba bajar el ritmo de la montaña rusa emocional, buscar un momento de calma, aunque fuera breve. Recordé mis viajes a la península, decididos casi de un día para otro, las conversaciones con personas cercanas, los paseos en solitario, los pensamientos circulares con su interminable rueda de preguntas sin respuesta; toda la película dramática que se desplegó en el escenario de mi vida pedía una pausa, un descanso.
Me di cuenta de cómo mi ansiedad por encontrar una solución había movilizado mi vida de una manera insólita hasta entonces; mucho combustible gastado en tantas acciones realizadas habían dejado mi depósito de energía en la reserva. ¿A dónde me habían llevado tantos viajes, entrevistas, consultas…? ¿Qué había sacado en claro de todo aquello?
El cansancio me obligó a detenerme, a dejar de buscar, a asumir que hay cosas que se pueden cambiar y otras que no; esto fue derivando en un sentimiento de “aceptar lo que es”, tal y como es, sin agregar ni quitar nada; rendirme a “lo que es” me dio paz; en mi imaginación siempre habrá un espacio para la situación ideal, pero eso es solo una forma fácil de escapar de la realidad.
Encontrar el lugar para aceptar la enfermedad
Cuesta ser objetivo cuando la experiencia subjetiva es tan intensa a nivel emocional y cuando la salud personal está en juego, pero a veces es preciso crear un espacio, un distanciamiento entre lo que nos ocurre y desde donde lo observamos; dar una opción al silencio mental para que nuestra mente descanse, se detenga un mínimo de tiempo, un tiempo para estar presente, con atención plena a cada momento, y desde ese lugar de poder, crear una acción consciente, no automática.
Preguntas para la reflexión personal
- ¿Qué significa “rendirse a lo que es” para ti?
- ¿Qué te cuesta aceptar?
- ¿Qué te ayuda a detener la mente para conectar con el momento presente?